“¡La paz esté con ustedes!”
Cuando me pidieron hacer la reflexión de este evangelio, la aparición de
Jesús a los apóstoles, pensé en todas las veces que he escuchado un comentario
sobre ella; y en la mayoría de los casos la reflexión se ha centrado en la
actitud de Tomás y su frase célebre: “Señor mío y Dios mío”, exclamación de fe
que tantas personas hacen suya en cada Eucaristía.
Por lo que decidí no seguir en esa línea, sino que profundizar en las palabras de Jesús “¡La paz esté con ustedes!”, que en este texto se repite tres veces y que es un deseo de Jesús muy recurrente en el evangelio de Juan. ¿Por qué Jesús repite tanto esta palabra? ¿Por qué en nuestras liturgias aparece también tantas veces?
Miro a los discípulos y discípulas desconcertad@s por la muerte de Jesús, llen@s de miedo, preguntas, perdid@s, frustrad@s, porque su proyecto de liberación se disolvió, y Jesús les dice: “¡La paz esté con ustedes!”. Era, probablemente, justo lo que ellos necesitaban escuchar, porque era como decirles: “Tranquilos, no tengan miedo, estoy con ustedes”.
Miro al mundo y en seguida se me viene al corazón lo ocurrido este jueves en el consultorio de Boca Sur, comuna de San Pedro de la Paz (comuna de la región del Biobío en la que vivo): un grupo de mujeres se “agarraron del moño” porque una no respetó la fila de atención. Miro lo que ocurre en Venezuela, Perú y Brasil… vuelvo a mirar al mundo, y un silencio me habita. Me pregunto ¿qué nos diría Jesús hoy ante tanta violencia, destrucción, vidas aceleradas (porque todo es “para ayer”), injusticias, abusos, falta de respeto? Lo más probable es que nos vuelva a decir “¡la paz esté con ustedes!”.
Paz no solo significa estén tranquilos, no se desanimen, no pierdan la esperanza. Paz también puede ser invitación a quitar el ruido de nuestra vida, para silenciarnos, conectarnos con nosotros mismos y con la voluntad de Dios; paz, como invitación a vivir en armonía junto a otros y con la Madre Tierra. Paz que también puede ser una invitación a mirarnos más como hermanas y hermanos dentro de nuestra Iglesia. Y ¡de allí me hace sentido que Jesús diga tantas veces esta frase!
Por eso, este fin de semana, al ir a misa, pongamos atención en las veces en que se pronuncia la paz, y qué genera en el corazón cuando lo escuchamos. Estemos atent@s cuando nos demos la paz: démosla con un sentido renovado, deseando de corazón que la otra persona viva más plenamente en el Amor de Dios, y en la Alegría y Esperanza que nos regala la Resurrección.
Escrito para "El Evangelio que anunciamos las Mujeres" de Mujeres Iglesia, abril, 2018
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